Un minuto, varios minutos, un momento, varios momentos, un recuerdo, varios recuerdos, un olvido, varios olvidos.
El salón era verde agua, pequeño, pocas carpetas pintadas de celeste, rotas y viejas, las sillas igual, la pizarra era negra casi ploma, algunas ventanas estaban rotas.
No había mucho preámbulo y empezaba a escribir en la pizarra:
Cantando, bailando, bailando, cantando
hasta el amanecer
cantando, bailando, bailando, cantando
(...)
Cogía la guitarra que descansaba en la mesa de la primera fila y verificaba si estaba afinada, nos daba unos minutos para familiarizarnos con las letras de la pizarra. Y empezaba a tocar.
"Esto se canta en mi tierra, allá donde no hay paredes pintadas de verde agua...", tocaba y cantaba, y parecía un Apu, Todas lo seguíamos cantando, queriendo o no.
Yo era feliz.
"Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario". Arthur Schopenhauer.
Morgana